Trasfondo[]
Terra Mater, literalmente la madre tierra, descansa en un estado latente por debajo de todas las criaturas vivientes. Sobre su carne, los árboles son su cabello, los ríos se entrelazan como venas y los océanos corren a sus lados. Por mucho tiempo ha dormido; desde que su hijo, el Titán saturno, fue abatido por su propio hijo, todo salió mal. En la forja de la creación, Terra fue separada de todas las otras materias primordiales para formar la Tierra. Por encima de ella se encontraba Urano, el cielo, suspendido de forma angelical. Ante él cayó enamorada inmediatamente y lo hizo su rey sin dudarlo. Con el tiempo nacieron sus hijos, Titanes, los cuales fueron mucho más poderosos que ellos. Llevado por el Temor y los celos, Urano sepultó a los Titanes dentro de la Tierra. Al percatarse de esto Terra comenzó a ver la arrogancia, la vanidad y el odio de su esposo. Terra comenzó a conspirar junto a sus hijos, los liberó y con esto destronó a Urano. El más joven de los Titanes, Saturno, fue el siguiente en reinar. Terra no podría estar más orgullosa de esto, pero las profecías contaban que Saturno sería derrotado por su propio hijo, de la misma forma en que Urano fue derrotado. Para prevenir esto Saturno comenzó a devorar a toda sus descendencia, a sus hijos. De todos los hijos solo uno logró escapar y con gran furia abrió a saturno en dos, liberando a todos los hermanos que su padre había devorado. Violentamente, los recién liberados derrotaron a los Titanes, los hijos de Terra, y reclamaron el mundo para ellos mismos. Triste por perder a sus hijos, Terra cayó en un profundo sueño. Y las eras pasaron. Pero los estragos de la guerra han marcados cicatrices en su piel. Sus hijos, dioses arrogantes, banales y traicioneros han robado el mundo de su hijo, estos dioses, que le recuerdan a Urano, sangran en su cuerpo y sus huesos con cada batalla. Ahora, finalmente ella se levanta de su sueño, se levanta para reclamar el trono por ella.